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¿Qué hay detrás de las violaciones múltiples que se difunden en redes?


Divulgación se ha convertido en tendencia. Agresores buscan la sensación de poder sobre la víctima.


Cindy A. Morales entrevista a Mónica Roa

Para: El Tiempo



Cinco hombres contra una mujer en España. Treinta contra otra en Brasil. Siete más contra una niña en Argentina. Mil contra varias en Alemania. Las violaciones múltiples se han convertido en crímenes de una “dimensión totalmente nueva”, como los describieron las autoridades alemanas.


Sin embargo, no son un fenómeno de hoy. Durante las guerras mundiales era común que los Ejércitos practicaran este tipo de delitos durante las ocupaciones. La violación, y particularmente la violencia hacia la mujer, ha sido siempre un arma en el conflicto.

Sin ir más lejos, Colombia tiene una marcada historia de violencia y esclavitud sexual, especialmente relacionada con los paramilitares, aunque está presente en todas las estructuras criminales y guerrilleras. (Además:Las 7 marcas de la esclavitus sexual impuesta por los paramilitares)

En 2015, el Tribunal de Justicia y Paz documentó 269 casos con siete brutales prácticas que usaron los ‘paras’ para someter a sus víctimas entre los años 90 y 2006.

El informe recaudó 269 casos de violencia de género e identificó siete prácticas recurrentes en el país: violaciones, abusos sexuales, prostitución, esclavitud forzada, tratos degradantes, feminicidios, abortos forzados y torturas.

Del crimen a lo viral.


No obstante, es el uso de la tecnología lo que ahora es una característica y agravante de estos delitos. Cada vez más se ‘populariza’ que los victimarios publiquen y presuman de sus acciones en las redes sociales, como una amenaza hacia la víctima para que no lo denuncie o como un medio para, a conciencia, difundir la violación.

“El componente psicológico del acceso carnal no es el sexo sino el poder, el control y la humillación sobre la víctima. La grabación y publicación del delito constituye ni más ni menos que un trofeo, un souvenir. Eso le permite al agresor recordar la sensación de poder que tuvo e incluso podría ser una forma de excitación. En algunos casos también puede ser una forma de chantaje”, explica a ELTIEMPO.COM Belisario Valbuena, psicólogo forense y especialista en perfilación criminal de agresores sexuales.

Valbuena afirma, además, que generalmente las personas que publican este tipo de videos son muy jóvenes cuya “torpeza criminal” y personalidad narcisista los lleva a poner en internet ese material por “querer figurar”.


Esteban Cruz, antropólogo y autor del libro ‘Los monstruos en Colombia sí existen’, explica que generalmente las violaciones múltiples se dan dentro de grupos con lazos muy estrechos.

“Suceden entre amigos, compañeros, pandillas o grupos cuyos miembros no son solo conocidos entre sí, sino que tienen una conexión fuerte y cercana. Casi siempre las víctimas son sedadas o están bajo los efectos del alcohol. Generalmente uno de ellos es cercana a la víctima lo que facilita que los demás la ataquen. Otra característica es que casi siempre las víctimas son sedadas o están bajo los efectos del alcohol”, afirma Cruz. (Además: ‘En Colombia se producen 38 casos diarios de violencia sexual) Y agrega que al ser una acción de grupo lo que se quiere es un mostrar su masculinidad y por eso las consecuencias no les preocupan.


“Es un fenómeno extraño pero, como uno de ellos trae a la víctima, lo hace como una ofrenda, una forma de decir que los demás miembros del grupo también son importantes. Y como en la mayoría de los casos, haya o no haya publicación hay impunidad, tienen la sensación de que no les va a pasar nada”, indica Cruz.


El caso más reciente sucedió la semana pasada durante las fiestas de San Fermín, en Pamplona, España. En los primeros cinco días del evento –va desde el 6 hasta el 15 de julio-, las autoridades registraron cuatro violaciones, un intento de violación y siete abusos sexuales.

Una de esas agresiones fue cometida por cinco hombres que violaron a una joven de 19 años y grabaron el hecho con sus celulares.

“Las violaciones múltiples no son algo nuevo sino más bien que se está haciendo público por este tipo de publicaciones. Que publiquen en las redes sociales indica dos cosas: primero que los hombres siguen percibiendo que es su manera de avergonzar más a la víctima y reafirmar la concepción errada de un tipo de masculinidad. La segunda, que es más grave, es que no parecen muy preocupados por las consecuencias y esto es por la impunidad que sigue rodeando estos delitos”, explica a ELTIEMPO.COM Mónica Roa, experta en género y justicia.


Roa afirma, además, que el gran reto es que las denuncias, que cada vez son mayores, tengan una respuesta en el sistema judicial. El riesgo de impunidad no solo está presente en Colombia sino también en países como Brasil.

La violación de una menor de 16 años perpetrada por, al parecer, 30 hombres en una favela de Rio de Janeiro ha sido uno de los capítulos más trágicos de este flagelo. La agresión fue publicada en internet en un video en el que el uno de los agresores se mofa de la violación mientras muestra a la menor desnuda, desmayada y sangrando.

“El jefe de la Policía que atendió primero este caso desacreditó el testimonio de la joven y la culpó por lo sucedido. Eso es muy común en Brasil, pero la misma difusión del video y las organizaciones sociales hicieron que la justicia tuviera que actuar. Es lamentable, pero mucho de los casos quedan en la impunidad o simplemente en una investigación que no lleva a nada. Por ahora, hay seis hombres implicados en este caso”, dijo a ELTIEMPO.COM Cristiana Bento, una de las juezas que lleva este caso.

Javier Sánchez, conocedor en temas de seguridad digital, explica que la justicia tiene en estas publicaciones una carga de prueba para los casos.

“Un plan de datos está asignado a un número telefónico y no al aparato. Si los jueces quieren, pueden certificar las cargas que se han hecho desde el teléfono. Las compañías tienen los datos de todo lo que se publica desde la cuenta”, explica Sánchez.


El Código Penal colombiano no contempla, según el artículo 211, la divulgación del delito como un agravante de la pena. Sin embargo, Sánchez considera que el numeral 6 del artículo 58 de ese mismo código, que habla de “hacer más nocivas las consecuencias de la conducta punible”, podría ser usado por la justicia en este tipo de casos


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